Wednesday, June 28, 2017

Examen Diario - San Ignacio Loyola

El Examen Diario
(San Ignacio de Loyola)

San Ignacio de Loyola incluyó en sus Ejercicios Espirituales una oración llamada “Examen,” que deriva de la palabra latina examinatio (examinación).

El Examen Diario es un método para revisar tu día en la presencia de Dios, un tiempo dedicado a reflexionar con gratitud acerca del lugar que ocupa Dios en tu vida diaria. Consta de cinco pasos, que se suelen seguir más o menos en orden, y por lo general toma entre 15 y 20 minutos cada día.

1.     Dar gracias. El día que acabas de vivir es un don de Dios. Agradéceselo.
2.     Pedir a Dios que te de la gracia de reconocer tus pecados y lanzarlos Quieres ver tu día con los ojos de Dios, no simplemente con los tuyos
3.     Hacer revisión de todo lo ocurrido desde que abriste los ojos al levantarte y hasta el momento en que estas realizando el examen. De hora en hora, de tiempo en tiempo. Primero en pensamientos, luego en palabras y finalmente en obras.
4.     Pedir perdón por las faltas
5.     Proponer enmienda con su gracia.
Se debe finalizar con Un Padre Nuestro.

¿Sencillo? Sí. ¿Fácil? La verdad es que no. A veces rezar el examen es algo agradable y jubiloso, pero a veces es una tarea ardua. Si la oración del examen cumple su función, hará surgir momentos de dolor y te llevará a examinar comportamientos de los que puede que te avergüences. Algunas veces rezar el examen te hará sentir incómodo, pero ¿por qué lo harías si no fuera a ser así? La oración verdadera se hace para que ocurran cambios, y el cambiar nunca es fácil.
El tema central del examen es tu vida, específicamente el día que acabas de vivir. El examen busca señales de la presencia de Dios en los sucesos del día: un almuerzo con un amigo, un paseo por el parque, una palabra amable de algún colega, un desafío superado, un deber cumplido. Dios está presente en los momentos “espirituales” trascendentes, pero también lo está mientras preparas la cena, escribes una nota, contestas correos electrónicos y habla por tu celular. Nada es tan trivial como para que no tenga sentido. ¿En qué piensas mientras estás en un tapón de tráfico o mientras esperas en una larga fila en el supermercado? ¿Cuál es tu estado de ánimo mientras realizas tareas aburridas y repetitivas? Te sorprenderás de lo significativos que pueden ser estos momentos cuando realmente les prestas atención. Las personas suelen rezar el Examen Diario a una hora determinada, pero no hay razón por la cual no podamos rezar el examen mientras esperamos en esa larga fila en el supermercado. Después de todo, Dios también está allí, sin duda, mientras esperamos en la fila del supermercado. Todo lo que necesitamos para rezar el examen es un poco de tiempo en el que podamos estar tranquilos.
Seguir los pasos de Jesús implica examinar con frecuencia nuestro comportamiento y preguntarnos si nuestras acciones se ajustan a las de Cristo.
San Ignacio diseñó el Examen Diario para mantener y ampliar esta experiencia de profunda de conversión para la causa de Cristo. Este deseaba ayudar a las personas a desarrollar un hábito reflexivo de la mente que estuviera en armonía constante con la presencia de Dios y que respondiera a su guía. El examen se convirtió en la base para desarrollar esta conciencia llena de gracia. San Ignacio quería que los jesuitas rezaran el examen dos veces al día: al mediodía y antes de irse a dormir. Lo creía tan importante que insistía en que los jesuitas rezaran el examen aun cuando estuvieran demasiado ocupados como para rezar de otro modo.
El examen no es la única manera de rezar, pero sí es una manera en la que cualquiera puede rezar. Descarta lo abstracto y se deleita en lo concreto. Es inagotable. Trata cada momento de cada día como un momento de bendición en el que Dios puede aparecer. Es una manera de encontrar a Dios en todas las cosas. Es sencillo; trata de lo que hacemos a diario; nos conecta con Dios; nos ayuda a caminar con Cristo en nuestras actividades cotidianas.
No hay nada en nuestra vida que sea tan insignificante como para no merecer la atención de Dios. De hecho, lo mundano y lo rutinario de nuestra vida dan profundidad y textura a nuestra relación con Dios. Lavar las ventanas y preparar la comida son parte de esa relación tanto como lo es el día de nuestra graduación. Si es parte de nuestra experiencia humana, entonces Dios allí está.

El examen es una solución inmediata al problema de ¿sobre qué puedo rezar? Esta es la respuesta: sobre todo lo que te ha pasado hoy. Quizás tengas la impresión de que la vida diaria es siempre la misma vieja historia. No es así. La vida diaria tiene mucha riqueza y sentido. Cada encuentro, cada reto, cada desilusión y cada alegría es un lugar donde podemos encontrar a Dios.
Recuerda,  el examen es una forma en que cualquiera puede rezar, y si estás buscando un cambio o un empujón o un aliento, puede que quieras hacer la prueba. Inténtalo al menos por un mes; al menos por el tiempo suficiente como para que deje de ser novedad. Quieres llegar a estar lo suficientemente cómodo como para que el examen no te parezca artificial. Elige siempre la misma hora para rezarlo, trata de que sea al final del día.






Ahora vamos a llevar a la practicar los 5 pasos para realizar nuestro el Examen:

Primero cálmate, relájate, visualiza una bella montana, donde florece el verdor, esta debajo de una frondoso árbol, y gracias la briza fresca cierra tus ojos, hay alguien  que te toma de la mano, es ese amigo fiel, el que siempre esta a tu lado, el que nunca te ha abandonado, siente sus manos tomar las tuyas, siente las manos de Jesús, mira la alegría en su rostro y  escucha la risa de la felicidad que el tiene de tenerte a Su lado.

En esa misma sintonía, Dale gracias, Mira tu día con espíritu de gratitud. Todo es un don de Dios. Da gracias por todo lo que El te ha dado desde permitirte ver un nuevo día hasta cada uno de los detalles con que te ha bendecido durante todo el resto del día.

Pídele gracia para reconocer los pecados y lanzarlos: cada forma en que no solo le faltaste a cualquier al prójimo sino a El, a Cristo Jesús, sin permitirte usar excusas, ni otros culpables,  pídele la gracias de reconocer cada pecado. Pídele el regalo del Espíritu Santo para poder reconocer tus infidelidades al amor del Padre; tus faltas de finura con El,  tus rebeldías, frivolidades, faltas de atención a Sus hijos y sus necesidades…

Ahora entra al corazón del encuentro con Dios, revisa tu día. Piense en esto como si estuviese viendo una película en su cabeza, Oprime el botón para dar comienzo a la película, y recorra tu día, del principio al final, desde que se levanta por la mañana hasta que se prepara para ir a la cama por la noche. Reconoce qué fue lo que lo hizo feliz, qué lo estresó, qué lo confundió, qué lo ayudó a ser más cariñoso. Recuerde todo: imágenes, sonidos, sentimientos, sabores, texturas, conversaciones. Pensamientos, palabras y obras, como dice Ignacio. Recuerda que cada momento ofrece una ventana para ver dónde estuvo Dios en su día y que ninguna experiencia es demasiado trivial, para ser investigada espiritualmente. Nada en nuestras vidas es tan insignificante como para que no merezca la atención de Dios. Recorrer y examinar, de la mano de Jesús, el lado oscuro de lo vivido durante el día.  Se trata de revisar, con El, tus actitudes, pensamientos, palabras, acciones y omisiones en los que se reflejaron criterios de juicio y prioridades no evangélicas; relaciones no acordes con Su corazón.  Tus fallas en profundizar los amores y superar los desencuentros. Convérsalo con Jesús, sin soltarte de su mano.  Esto es importante porque es en tu vida corriente, de momento a momento, donde se juega tu fidelidad al amor de Dios y al llamado de Jesús a construir juntos un mundo más humano y amoroso. tus emociones, positivas y negativas, dolorosas y placenteras, son señales claras de dónde estuvo la acción durante el día. Simplemente presta atención a cualquiera de estas emociones y a todas ellas a medida que surjan, a toda la gama: delicia, aburrimiento, temor, expectativa, resentimiento, ira, paz, contento, impaciencia, deseo, esperanza, arrepentimiento, vergüenza, incertidumbre, compasión, repulsión, gratitud, orgullo, rabia, duda, confianza, admiración, timidez. . . lo que sea que hubiera. Algunos de nosotros podemos dudar antes de concentrarnos en las emociones en esta era de la psicología sobredimensionada, pero creo que estas emociones son el indicador más animado de lo que está sucediendo en nuestra vida.
Elige una de esas emociones (positiva o negativa) y reza desde ella. Es decir, elige la emoción que recuerdes y que más llamó tu atención. La emoción es un signo de que está sucediendo algo importante. Ahora, simplemente expresa espontáneamente la oración que emerja mientras le prestas atención al origen de esa emoción: alabanza, petición, contrición, pedir de ayuda o sanación, lo que fuera.

Y ahora que sabes en que faltaste a Dios, en que heriste a Jesús, en que fallaste en este día, realiza e inicia el propósito de enmendar con Su gracia. Une las piezas rotas, repara lo dañado y cura lo herido y maltratado.

Padre Nuestro, que estas en …


Consecuencias

Estas son algunas de las consecuencias que surgen a partir de este tipo de oración:
Siempre hay algo por lo que rezar. Para una persona que realiza este tipo de oración al menos una vez al día, nunca surge la pregunta: ¿de qué debería hablarle a Dios? Hasta que mueras, siempre tendrás las últimas 24 horas, y siempre tendrás sentimientos en relación a lo que vendrá.

El momento de gratitud vale la pena por sí mismo. “Sean agradecidos”, dice Pablo a los colosenses. Aun si nos quedamos dormidos tras repasar los dones del día, hemos alabado al Señor.

Aprendemos a presentarnos ante el Señor donde estemos, como estemos. No hay otro modo de estar presentes ante Dios, por supuesto, pero a menudo nos engañamos pensando que tenemos que “poner la mejor cara” antes de dirigirnos a nuestro Dios.

Aprendemos a respetar nuestros sentimientos. Los sentimientos cuentan. Son moralmente neutros hasta que tomamos alguna decisión con respecto a actuar sobre ellos o lidiar con ellos. Pero si no les prestamos atención, nos perdemos lo que tienen que decirnos sobre la calidad de nuestra vida



No comments:

Post a Comment